noviembre 12


   Caminaba por entre las masas, por entre las mesas con nombres; pasión, fidelidad, respeto, intuición, etc. Encontré la puerta entreabierta y la vi a ella mientras se acomodaba el cabello. Sin voltear completamente a verme dijo: Vaya ¿Qué te parece? Yo respondí:
 - Solo regreso de las ruinas circulares, mesas y sillas. No sabía que estabas aquí. ¿Quieres que cierre la puerta?
- No es necesario, puedes quedarte si quieres.
   Melancolía, solsticios. Pensaba que el problema no son los círculos, sino las ruinas; no son los nombres, sino las etiquetas. Ella giró la cabeza como reaccionando a mi pensamiento y entonces me vi forzado a admitir que tenía razón, que el verdadero y único problema era que no tardaría en llover, que pronto todo sería como en esa canción donde es noviembre y está lloviendo. Después la miré contemplarse un rato mas en el espejo. 
- Escucha Al, ¿puedo hacerte una pregunta?
- Claro, las que quieras.
   Respondí demasiado rápido. Alguien respondió por mi. Odio cuando eso pasa, aunque esta vez debo confesar que me fue bastante indiferente. Solo pensé que no se cómo romper el círculo, y que si era eso lo que ella quería saber, no tengo la respuesta. Estaba en lo cierto, podía hacer todas las preguntas que quisiera, daba igual.
- ¿Es verdad lo que dicen? ¿Tú escribiste los votos?
- En realidad no, los outsourceé; subcontraté al amigo de un amigo de una agencia de publicidad.
- Al.
- Si. Es decir, la mitad del discurso. El de ella fue propio.
- Obviamente.
- La oferta inicial incluía ambos votos, el paquete completo.
- ¿Y qué pasó?
- No quería convertir esto en una telenovela, así que los cambié.
- Hmmm, okey. Entonces, ¿cómo los escribiste?
- La verdad es que en otra vida asistí a tu boda.
- ¡Al! Ya. Sabes que no me caso ni en esta ni en otra vida.
- En la que te estoy hablando, lo hiciste. Después tu novio pronunció unas palabras breves, ¿en serio no lo recuerdas?
- ¡Mi novio? No, no me acuerdo la verdad. ¿Dónde estabas tu o cómo?
- Yo estaba silbando y cantando sobre una rama.
- Ja ja. Sí, a lo mejor eras el mismo árbol. Y luego, ¿cómo supiste que era yo?
- Por los ojos, por tus movimientos cortos y precisos. En realidad yo solo transcribí las palabras dichas aquél día, hoy el las reprodujo una por una frente a las ruinas circulares, tal y como fue antes, ahí está el mérito.
-¿En dónde? ¿En las sillas?
- En decir las palabras justas en el momento preciso, lo tuyo a tiempo y sonriente. ¿O no?
- Si, bueno si, tienes razón. Pero lo que yo quiero saber Al, es: ¿De dónde vino el mensaje?
- ¿Sabías que los egipcios después de embalsamar, retiraban el cerebro de los muertos y todos los órganos internos menos el corazón? Así se preserva el mensaje.
- No, no sabía, pero aunque todo eso que dices fuera cierto Al, no me contestaste y todavía quiero saber de dónde vino el mensaje.
- Ok, el hecho de que el mensaje se preserve no implica que el mensaje se transmita. Incluso podría transmitirse un mensaje digamos, indescifrable. Y tal vez este sea el mejor ejemplo. Es evidente pues, que el mensaje vino del otro lado, mas allá de las ruinas. Solo es posible escucharlo ajustando la frecuencia del instrumento a 432Hz.
   Por su expresión, asumí que no había visto nunca un instrumento de navegación y que desconocía totalmente el procedimiento para ajustarlo. Verifiqué la frecuencia requerida para romper el círculo. Era correcta. Levanté el aparato en forma de cono y lo coloqué sobre su cabeza. La miré y dije:
- Usa este casco, funciona como una antena y se reciben mensajes realmente inverosímiles.

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