noviembre 25

   El licenciado JJ. Juárez se sirvió otra copa y miraba vagamente la mesa de al lado mientras terminaba su comentario explicativo: "Y así fue como encontré una vez mas, la manera de elevar el techo de la deuda." Fue casi memorable, tuve que intervenir.
- ¿Hasta dónde se elevaban, o cómo...?
- ¿Quieres decir las deudas? Muy por encima del techo, por eso había que volarlo.
- Hmmm. No se, suena arriesgado.
- No tanto como no volarlo. Es el costo de oportunidad.
- ¿Cómo? ¿Era tu oportunidad de incurrir en costo?
- No, no no no no. Estás entendiendo todo mal, es el costo de oportunidad: el beneficio de volarlo excede su costo.
- Lo que tu digas JJ. ¿Pero qué hay del costo de la deuda? ¿El costo del dinero en el tiempo, pues?
- El tiempo es relativo mi estimado.
   Así lo dijo, el JJ había hablado. Se llevó el puro a la boca y luego dejó escapar una densa nube de humo. Tiempo después sonreía triunfante y sostenía otra copa entre sus dedos, casi memorable. Tuve que intervenir otra vez.
- ¿A dónde fuiste? ¿Qué carajos les diste?
- Ya sabes, lo de siempre donde siempre.
- Mas bien yo se que siempre te esmeras, pero parece que esta vez de verdad te empeñaste.
- Literalmente. ¿Nunca te cansas de tener la razón, eh?
- ¿Cómo volaste ese techo JJ?
- En serio no me creerías si te lo contara.
- Ya lo habías empeñado todo, ¿qué carajos les diste?
- Okey. Okey, ... les di mi acta de nacimiento.
- ¿Cómo dices?
- Estaba arreglado, ya sabían qué hacer, simplemente recibieron mis documentos originales certificados.
- ¿Arreglado?
- Así es, son gente profesional. Y bueno, además de lo acordado, me dieron a cambio este otro documento también certificado que tiene mi nombre y un sello del emisor. 
   El lic tomó su portafolios debajo de la silla y lo colocó entre sus piernas. Después sacó un documento y lo elevó hacia la luz del techo. The roof, the roof, the roof is on fire. En la esquina superior derecha, normalmente en blanco, se podía observar el logotipo de la institución financiera y cuando se colocaba a contraluz, el sello parecía brillar en letras doradas. Continuó:
- No es broma. Y bueno, yo en tu lugar le daría una revisada a tus documentos de nacimiento y los pondría a contraluz, ya sabes... por si acaso.

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