16 octubre

   Soñé que me despertaba. Soñaba que me levanté. Tuve un sueño. Lo tuve. Lo tenía. Me levantaba de la cama...¿me levantaban? Creo que escuché el teléfono. Y tomaba mi ropa interior, unos boxers de cuadros rojos, me metía a bañar y conducía hacia el norte. En el radio sonaba una canción de los killers, esa que era mi amiga, no me encanta esa canción en particular. Y era un día soleado, increíblemente despejado y casi primaveral. Comimos mariscos en algún lugar de la ciudad. No estoy seguro, me parece que tomamos carretera, bajó la temperatura, la neblina se metía por las ventanas, un sueño muy extraño, como escalar el cerro del tepozteco descalzo. Hoy antes de meterme a bañar me di cuenta de que las truzas que traía puestas eran negras, negras marca calvin klein. Prendí la tele, estaba esa película. Pero me perdí en una o dos historias de Chinaski para variar. El día no esperaba nada de mí y francamente yo tampoco esperaba mucho del día, algunos discos interesantes en descuento, la verdad no traía tarjeta y no compré ninguno. Ya habrá tiempo de darle la vuelta al disco, a la tienda de discos, o a la colonia, que es lo mismo. Y pensaba...

How happy is the blameless vestal's lot!
The world forgetting, by the world forgot.
Eternal sunshine of the spotless mind!
Each pray'r accepted, and each wish resign'd;
(Alexander Pope "Eloisa to Abelard")


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